..."Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitaran todas las generaciones porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mi. Su nombre es Santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. El hace proezas con su brazo, dispersa a los soberbios de corazón. Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. A los hambrientos los colma de bienes y a los ricos despide vacíos. Auxilia a Israel su siervo, acordándose de su santa alianza según lo había prometido a nuestros padres en favor de Abraham y su descendencia por siempre"... Lucas 1, 46-55.
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..."Se ha dicho que su brillo eclipsa el de todos los santos,
así como el sol, al aparecer la aurora, hace desaparecer las estrellas.
¡Dios mío, cuán extraño es esto! ¡Una Madre que ofusca la gloria de sus hijos!
Yo pienso todo lo contrario; creo que aumentará,
pero en mucho, el esplendor de los escogidos...
¡La Virgen María! ¡Cuán sencilla me parece debió ser su vida"...
Santa Teresita del Niño Jesús.
¿Por qué mayo es el mes de la Virgen María?
Mayo: Mes de María La Iglesia otorga este mes a María para conocerla y amarla más
Breves reflexiones para cada día del mes de Mayo, el mes de la Virgen María
Catequesis sobre la Santísima Virgen María S.S. Juan Pablo II
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Comentario
DÍA VEINTISÉIS (2/DIC)
Santificación del Domingo
CONSIDERACIÓN. – Dios nos ha ordenado consagrarle un día de cada semana y entregarnos al reposo, en memoria de Aquél que ha querido tomarlo, después de haber cumplido la obra de la Creación.
La Escritura Santa nos habla de la severidad con la cual los judíos guardaban el sábado, equivalente a nuestro domingo.
La Sagrada Familia fue en esto también un modelo de perfección cumplida.
¡Ay! en nuestra época, esta ley tan sabia, que tiene por objeto no solamente hacernos glorificar a Dios, sino también obligarnos a tomar un reposo necesario al cuerpo después de seis días de trabajo, es a menudo violada, aún entre los cristianos.
Si nos abstenemos de trabajar ¿hacemos del verdaderamente del domingo un día de plegarias? ¿Asistimos siempre a Misa o a los oficios religiosos?
Sin duda, Dios nos permite algunas honestas diversiones, pero a condición de que no se vuelvan las únicas ocupaciones de un día que es el suyo: Nos quejamos durante la semana de no tener tiempo para pensar en las cosas de Dios, salvo para cumplir los actos de la mañana, oraciones de la noche, etc. Que al menos el domingo sea empleado en una sola ocupación: la ocupación esencial para nosotros: la de nuestra salvación.
EJEMPLO. – Diocleciano había prohibido a los cristianos, bajo pena de muerte, asistir los domingos a los oficios divinos. No obstante, San Saturnino, Santa Victoria y muchos otros santos de África, no se dejaron atemorizar con estas amenazas.
Cuando se apoderaron de sus personas, los torturaron, los desgarraron, pero en medio de estos suplicios declararon con firmeza que la asistencia a los oficios del domingo era un deber indispensable y que quien lo descuidase, se hacía culpable de un crimen enorme.
En cuanto a nosotros, hagamos lo posible por cumplirlos. Jamás faltemos a las asambleas religiosas. Seamos fieles al precepto divino. ¡Deba nuestra fidelidad costarnos la vida!
Estos santos murieron en prisión, de las heridas recibidas, el año 304.
PLEGARIA DE SANTO TOMÁS DE AQUINO. - ¡Oh Bienaventurada y dulcísima Virgen María, Madre de Dios, Reina de los Ángeles, he aquí que yo me acojo en el seno de vuestra bondad, recomendándoos este día y todos los días de mi vida, mi cuerpo, mi alma, todas mis acciones, mis pensamientos, mis deseos, toda mi vida y el fin de mis días, a fin de que, por vuestra intercesión, ellos tiendan todos al bien, según la voluntad de Nuestro Señor Jesucristo. Así sea.
RESOLUCIÓN. – Santificaré el domingo asistiendo a los oficios y jamás bajo ningún pretexto me entregaré al trabajo.
JACULATORIA. – Oh María, vaso insigne de devoción, rogad por nosotros.
DÍA VEINTICINCO (1/DIC)
La Iglesia
CONSIDERACIÓN. – Nuestro Señor ha descendido a la tierra no solamente para salvar a la humanidad con sus sufrimientos y muerte, sino también para fundar la Iglesia, esa sociedad de fieles que hacen profesión de una misma fe. Dio las direcciones a San Pedro, a los apóstoles y a sus sucesores.
Nosotros tenemos la felicidad de haber nacido en su seno. Nuestros sacerdotes, nuestros Obispos y nuestro muy Santo Padre el Papa, son, aquí abajo, los representantes de Jesús y los continuadores de su obra. Nosotros les debemos un gran respeto y una entera sumisión.
La Iglesia es una familia de la cual Jesús es el jefe y nosotros los miembros. El verdadero cristiano ama a la Iglesia; su corazón se entristece cuando es perseguida por los malvados y sus sacerdotes calumniados.
El cristiano sabe que el Sacerdote es amigo del desgraciado, socorro del pecador y lo rodea de toda clase de respetos.
La Santísima Virgen amaba a la Iglesia. En los años que siguieron a la Ascensión de su Divino Hijo, San Pedro y los otros apóstoles, continuamente le pedían consejos y solicitaban sus plegarias. Pidámosle que sea siempre la protectora de los cristianos y obtenga de su Divino Hijo, el triunfo de la Iglesia.
EJEMPLOS. – Sobre todo en las épocas en que la Iglesia es perseguida, la fe de los fieles y su consagración, deben manifestarse por sus obras.
En los primeros siglos del cristianismo vemos a hombres venerables como Pudente, príncipe del senado romano; a mujeres de alta posición como Priscila, su esposa, emplear su oro y su celo en la propagación de la fe.
Cuando fueron muertos, dos jóvenes, sus hijas, las jóvenes Pudenciana y Práxedes, vendieron sus villas y pusieron el importe con todos sus demás bienes a la disposición de San Pedro, para la propagación de la fe, alivio de los pobres y servicio de la Iglesia, mientras que ellas se retiraban a una humilde buhardilla, para llevar una vida toda de caridad y plegarias.
Así, en nuestro siglo mismo hemos visto a valerosos jóvenes, dejar, al primer llamado, a sus familias y sus países para ir a derramar su sangre por la defensa de la Iglesia, alentados en este supremo sacrificio, por madres verdaderamente cristianas. Una de ellas, al enterarse de la pérdida de su hijo único, muerto en Monte Libretti, llevó su heroísmo al punto de lamentar no tener un segundo hijo que pudiera reemplazar, en el ejército de la Santa Sede, a aquel que acababa de perecer gloriosamente.
Citamos aún la consagración de esa pobre sirvienta, quien, llevando a un ministro del Señor sus ganancias de un año, para ser enviadas al Santo Padre, despojado por los enemigos de la Iglesia, dijo simplemente:
-¿Los hijos no deben, acaso, ayudar a su Padre?
PLEGARIA DE SAN GERMÁN. – Acordaos de vuestros servidores, Virgen santa, inspirad sus plegarias, conservadles la fe, llamad los pueblos a la unidad de la Iglesia; haced que reine la paz en el mundo, libradnos de los peligros que nos rodean y obtenednos un día la recompensa eterna. Así sea.
RESOLUCIÓN. – Rezaré cada día por el triunfo de la Iglesia.
JACULATORIA. – María, Torre de David, rogad por nosotros.
DÍA VEINTICUATRO (30/NOV)
La Santa Comunión
CONSIDERACIÓN. – Si el cuerpo humano necesita, para sostenerse, alimentos materiales, es necesario también al alma, un alimento que la conserve y le dé fuerzas.
Nuestro divino Maestro no se ha limitado a habitar en medio de nosotros en el Santísimo Sacramento del altar; ha dicho a sus Apóstoles que era el Pan de vida bajado del Cielo y que aquél que lo comiere viviría eternamente. Y sin embargo, un gran número de cristianos se mantienen alejados de la santa Mesa no acercándose más que cuando los preceptos de la Iglesia los obligan bajo pena de pecado. Aquel que se privara durante largas horas de tomar alimento, caería desfallecido y terminaría por morir; del mismo modo, el alma que no se fortifica por la recepción de la Santa Comunión, queda sin energía frente a la tentación y a la prueba y cae en las faltas más graves.
Los discípulos del Salvador, en los primeros tiempos de la Iglesia, cuando la persecución reinaba con furor, salvaban todos los obstáculos para llegar a recibir el Pan de los Fuertes.
Así se volvían invencibles y sabían aceptar la muerte antes que renegar su fe.
¡Cuál no sería el gozo de María, cuando, después de la Ascensión del Salvador, San Juan depositaba cada día sobre sus labios la Hostia santa! ¡Pudiéramos imitarla y por la santidad de nuestra vida, hacernos dignos de aproximarnos frecuentemente, al sacramento de la Eucaristía!
EJEMPLO. – Cuando San Francisco de Sales hacía sus estudios, se confesaba y comulgaba cada ocho días, y cuando se le preguntaba por qué: “Es, decía, por la misma razón que me hace hablar frecuentemente a mi profesor. Nuestro Señor ¿no es acaso mi Maestro en la ciencia de los santos? Acudo seguido a Él, a fin de que me enseñe, porque no e preocuparía medianamente de ser sabio, si no me volviera santo”.
Más tarde, el santo Obispo de Ginebra escribía: “Por una experiencia de veintitrés años consagrados al ministerio de las almas, puedo comprender la eficacia del sacramento de la Eucaristía: Fortifica el alma para el bien, le inspira el alejamiento del mal, la consuela, la eleva, en una palabra, la deifica, por así decirlo, con la condición de que se lo reciba con fe viva y corazón recogido.
PLEGARIA DE SAN BERNARDO. - ¡Oh María! ¡Que podamos nosotros por vuestra gracia, acercarnos a vuestro divino Hijo! Pueda Él, que se ha dado a nosotros por Vos, recibirnos también por Vos. Sois nuestra Reina y Mediadora, recomendadnos pues y presentadnos a Él. Así sea.
RESOLUCIÓN. – Pondré todo cuidado en prepararme para la comunión y rogaré a María, me comunique sus disposiciones.
JACULATORIA. – María, Casa de Oro, rogad por nosotros.
DÍA VEINTITRÉS (29/NOV)
Jesús entre nosotros
CONSIDERACIÓN. – La Santísima Virgen tenía la felicidad de vivir aquí abajo, en la dulce sociedad de Jesús, y se consideraba bien feliz de poder recoger cada una de sus palabras.
Si no nos es dado verlo, como Ella, con los ojos del cuerpo, la fe nos muestra al divino Maestro viviendo y habitando en medio de nosotros; pues, como Él ha dicho a sus apóstoles, no nos ha dejado, absolutamente, huérfanos, al ascender a los cielos, sino que ha quedado entre los hombres, escondiéndose bajo los velos eucarísticos. Él reside, no sólo en las magníficas catedrales del mundo católico, sino hasta en las más pobres iglesias de nuestras aldeas. El tabernáculo es la humilde morada que ha escogido aquí abajo. Día y noche está pronto a oír, a escuchar nuestras súplicas y nosotros pensamos apenas acercarnos a adorarle y exponerle nuestros pedidos y necesidades.
Encontraríamos junto a Jesús tan bueno y tan poderoso, la fuerza para soportar las pruebas de la vida, el ánimo para triunfar de nuestras pasiones y tentaciones diarias.
Vayamos, pues, seguido al pie del altar. Nuestro Maestro es el mejor y el más tierno de los amigos. Él quiere que le hablemos con una confianza verdaderamente filial.
Jamás rechaza a sus hijos, aun cuando éstos sean culpables, y no pide más que una cosa: que se conviertan y vuelvan a Él.
EJEMPLO. – El santo cura de Ars, gustaba contar el buen ejemplo que daba un paisano, quien, dejando a las puertas de la iglesia sus instrumentos de trabajo, a la tarde, al volver del campo, pasaba largas horas en presencia del Tabernáculo.
-¿Qué dices al Señor en todo ese tiempo? -le preguntó un día.
-No le digo nada, respondió el paisano, yo lo veo y Él me ve.
Bella y sublime respuesta, aun más tocante en el lenguaje de ese simple cristiano.
¡Yo lo advierto y Él me advierte!
Había, añade el señor abate de Vianney, en la mirada que iba y venía del corazón del servidor al Corazón del Maestro, un cambio de inefables sentimientos. Ver a Dios y ser visto por Él, es ya la eternidad, es la corona, es la patria!...
PLEGARIA DE SAN BUENAVENTURA. - ¡Oh María! Virgen de una dulzura inalterable, más dulce que la miel y que la luz más suave, paloma purísima, jamás un mínimo de hiel hubo en vuestro corazón. Madre de benignidad, rechazad lejos de nosotros, os lo suplicamos, todo aquello que pueda imprimir una mancha en nuestra conciencia.
RESOLUCIÓN. – Recurriré a Dios en las dificultades que encontrare.
JACULATORIA. – Madre amable, rogad por nosotros.
DÍA VEINTIDÓS (28/NOV)
Reconocimiento a Dios
CONSIDERACIÓN. – Los días tristes y penosos son, sin duda, los más numerosos en la vida del hombre; sin embargo, Dios le dispensa algunos consuelos y alegrías, en medio de sus penas.
Preguntémonos, si tenemos, por los bienes que nos da, un reconocimiento suficiente.
Vamos a Él con fervor, cuando somos desgraciados, cuando la muerte amenaza a alguien que amamos, pero si oye nuestra súplica, ¿la acción de gracias se eleva en seguida de nuestro corazón? En una palabra, ¿somos agradecidos?
La Santísima Virgen es aquí otra vez nuestro modelo y la Escritura santa nos ha conservado el sublime canto del Magníficat, que nosotros todos, que somos sus hijos, debemos gustar repetir después de Ella.
¡Oh! ¡sí! ¡que nuestra alma glorifique al Señor puesto que su misericordia hacia nosotros ha sido grande!
¡Que la expresión de nuestra gratitud sea como el arranque de un corazón que se eleva sobre las cosas pasajeras no mirándolas sino con los ojos de la fe!
EJEMPLO. – Se cuenta que los japoneses, cuando se les instruía con el Evangelio, de las grandezas, hermosuras, amabilidades infinitas de Dios, sobre todo cuando se les enseñaba los grandes misterios de la religión, todo lo que ha hecho Dios por los hombres; un Dios naciendo, sufriendo, muriendo por salvarlos: ¡Oh! ¡qué grande es! exclamaban en sus dulces transportes, ¡es bueno y amable el Dios de los cristianos! Cuando, en seguida, se les añadía que había un mandamiento especial de amar a Dios y amenazas si no se le ama, se sorprendían y no podían volver de su asombro. ¡Y qué! decían ¡que! A hombres razonables ¿un precepto de amar a Dios que nos ha amado tanto y a quien debemos todo? ¿Y no es, acaso, la más grande felicidad amarlo y la peor desgracia no amarlo? Pero cuando llegaban a saber que había cristianos que no sólo no amaban a Dios sino que lo ofendían y ultrajaban, exclamaban con indignación: ¡Oh pueblo injusto, oh corazones ingratos, bárbaros! ¿Es posible que los cristianos sean capaces de estos horrores? ¿Y en qué tierra maldita habitan esos hombres sin corazón y sin sentimientos?
Merecemos mucho estos justos reproches y un día, esos pueblos alejados de nosotros, esas naciones extranjeras, llamadas en testimonio contra nosotros, nos acusarán y condenarán delante de Dios.
PLEGARIA DE SANTO TOMÁS DE AQUINO. - Haced, oh Reina del Cielo, que yo lleve siempre en el alma el temor y el amor de vuestro dulce Hijo y que le rinda sin cesar, fervientes acciones de gracias por los grandes beneficios que me han sido acordados, no por mis méritos sino por su bondad infinita. Así sea.
RESOLUCIÓN. – Cada noche, agradeceré a Dios los beneficios recibidos durante el día; si Él me ha enviado alguna pena, la aceptaré con resignación.
JACULATORIA. – María, Espejo de Justicia, rogad por nosotros.
DÍA VEINTIUNO (27/NOV)
De la expiación
CONSIDERACIÓN. – El sacramento de la penitencia, borra nuestros pecados, pero no nos perdona enteramente la falta en que hemos incurrido al cometerlos. La penitencia que el sacerdote nos impone, no nos hace cumplir sino una débil parte de nuestra deuda hacia la justicia divina. Es necesario que expiemos nuestras iniquidades. Nuestra vida no es más que una sucesión de penas de todo género.
Unas veces, el sufrimiento físico nos oprime y quiebra; otras, el dolor nos hiere en lo que más amamos.
Toda nuestra existencia, puede compararse a una penosa y peligrosa travesía sobre un mar agitado.
Tenemos también, además de esos grandes dolores, el soportar con paciencia las penas y fatigas cotidianas; ese trabajo que a veces nos pesa y nos cuesta; esos fastidios, esas contrariedades, esas decepciones que no podemos evitar.
Para el alma que no sabe elevarse hacia Dios, todo esto, está perdido; no recoge ningún fruto y no sufre menos. No seamos tan insensatos para proceder en esta forma. Consideremos a la Santísima Virgen: Ella no había pecado absolutamente y sin embargo, su vida transcurrió en el sufrimiento y la prueba. Siempre se mostró dulce y resignada, aceptando la voluntad de Dios, sin reproche.
A ejemplo de nuestra Madre del Cielo, sirvámonos de lo que es penoso a nuestra naturaleza, para adquirir una felicidad que nos hará pronto olvidar nuestras penas y que durará eternamente.
EJEMPLO. – Santa Margarita, reina de Escocia, era todavía muy niña, cuando su hermana mayor le explicó que el crucifijo es la imagen de Jesús, muerto por los hombres, en medio de los suplicios de la cruz.
La niña, emocionada por estas palabras, exclamó en un santo transporte: “Mi adorable Salvador, desde este momento, yo deseo perteneceros, toda entera”.
En efecto, la meditación de los sufrimientos de Jesús fue, en adelante, la única ocupación de su corazón, el alimento y sostén de su piedad que iba siempre aumentando. De Jesús crucificado sacó esa paciencia y dulzura que ganaron el corazón del rey Malcolm, su esposo. Naturalmente irascible y colérico, este príncipe se volvió afable y virtuoso, gracias a la feliz influencia de Margarita.
La santa reina de Escocia consagró su vida entera a obras de misericordia. Estaba ya próxima a entregar su alma a Dios, cuando le llevaron la noticia de la muerte del rey, ocurrida en la guerra. Besó entonces el crucifijo que tenía en sus manos y aceptando esa dura prueba con admirable resignación, la ofreció al Señor en expiación de sus faltas; después se durmió en el Señor, con la calma y la paz que da la conformidad a la voluntad de Dios.
PLEGARIA DE SAN BUENAVENTURA. - ¡Oh mi Soberana, que habéis recibido tan crueles heridas sobre el Calvario! herid nuestros corazones, renovad en nosotros vuestra dolorosa pasión y la de vuestro divino Hijo, unid nuestros corazones a vuestro Corazón herido, a fin de que participen de las mismas heridas. Así sea.
RESOLUCIÓN. – Ofreceré al buen Dios los sufrimientos y molestias de cada día, en expiación de mis faltas.
JACULATORIA. – María, salud de los enfermos, rogad por nosotros.
DÍA VEINTE (26/NOV)
De la confesión
CONSIDERACIÓN. – Cuando se ha tenido la desgracia de ofender a Dios, no se está absolutamente, condenado sin remedio. Mientras tengamos un soplo de vida, nos es posible obtener el perdón por la confesión humilde de nuestras faltas, un arrepentimiento sincero de haberlas cometido y la firme resolución de no recaer en ellas; porque si hay, en el umbral de la otra vida, el temible tribunal donde sede la justicia misma, tenemos otro, aquí abajo, presidido por la misericordia y María, refugio de los pecadores, parece conducir Ella misma a sus hijos culpables a los pies del sacerdote, que ha recibido del Divino Maestro el poder de absolvernos.
La confesión es, en efecto, un verdadero juicio. Nos acusamos nosotros mismos al Ministro del Señor. Si nuestras disposiciones son suficientes, de parte de Dios, él nos absuelve y por los méritos de la preciosa sangre del Salvador, nuestra alma encuentra la pureza que había perdido.
¿Por que, pues, todos los hombres no comprenden nada la inmensa gracia que se nos ha acordado por el sacramento de la penitencia? ¿De dónde puede venir la repulsión y el miedo que tantos pecadores experimentan, cuando les sería tan ventajoso aproximarse al confesionario, sino de los esfuerzos del demonio, de ese enemigo de todo bien, que quiere impedir a esas almas culpables escapársele? Y sin embargo ¡qué paz, qué calma, se extienden en ellas después de una buena confesión!
EJEMPLO. – Escuchemos a un oficial del ejército de Luis XV, quien, tocado por la gracia, oyendo al célebre Padre Bridaine, predicar durante una misión, resolvió convertirse. Se confesó con el más sincero arrepentimiento. Le parecía, saliendo del confesionario, que había sacado de sobre su corazón, un peso insoportable.
Lloraba de alegría: “Yo, no he gustado en mi vida, decía, de un placer tan puro, tan dulce, que aquel que pruebo desde que he entrado en gracia de mi Dios. No creo que nuestro rey pueda ser más feliz que yo, no, en todo el resplandor que rodea su trono, en medio de todos los placeres que lo rodean, él no está tan contento ni tan gozoso como yo lo estoy, después que he dejado el horrible fardo de mis pecados.
No cambiaría mi suerte por todos los placeres, el fausto, las riquezas, de todos los monarcas del mundo”.
PLEGARIA DE SANTO TOMÁS DE AQUINO. - ¡Oh Madre mía! Vos, la Abogada de los pecadores, venid en mi auxilio, defendedme de los malignos espíritus y como la gloriosa pasión de vuestro Hijo bendito y vuestra propia intercesión me han dado la esperanza, obtenedme el perdón de mis pecados y la gracia de morir en vuestro amor y en el de Jesús. Conducidme también por el camino de la salvación y de la felicidad eterna. Así sea.
RESOLUCIÓN. – Me confesaré la víspera de las grandes fiestas de la Iglesia y para ello me prepararé con gran cuidado.
JACULATORIA. – Virgen clemente, rogad por nosotros.
DÍA DIECINUEVE (25/NOV)
Del pecado
CONSIDERACIÓN. - María fue pura e inmaculada desde su Concepción y el blanco vestido de su inocencia, no fue jamás manchado por la más pequeña falta.
¡Ay! no puede decirse lo mismo de nosotros y sin embargo, sabemos que el pecado es el más grande de los males, que el hombre debe temer, puesto que lo separa de Dios y da muerte a su alma.
Ofendemos a Dios, violamos su ley y no pensamos en el mal tan grande que nos hacemos a nosotros mismos.
Sin embargo, la fe nos enseña que inmediatamente después de nuestra muerte, seremos juzgados por Dios. Nuestra conducta será puesta en vista de la ley divina, según las obligaciones impuestas a nuestro estado. Nuestras palabras, nuestras acciones, serán pesadas rigurosamente y nuestra felicidad o desgracia dependerá, para la eternidad, de la sentencia que será pronunciada. Ninguna potencia celeste o humana podrá cambiarla. Este pensamiento hace temblar, que no sea pues estéril para nosotros; es tiempo aún de volver a nuestro juez favorable; huyamos, detestemos el pecado y, como los santos, prefiramos todos los males, porque el sufrimiento pasa, pero lo que sigue a la iniquidad, permanece eternamente.
Blanca de Castilla, que amaba tiernamente a su hijo, le decía a menudo: “Hijo, me afligiría menos veros morir que veros caer en un solo pecado mortal”; haciéndole así, comprender que la vida del alma es infinitamente superior a la del cuerpo.
EJEMPLO. – El emperador de Constantinopla, herético, habiendo sido irritado violentamente por San Juan Crisóstomo, un día que éste le reprochaba sus faltas, dijo a sus cortesanos: “Quisiera vengarme de este obispo”.
Cuatro o cinco dieron su parecer. El primero dijo: “Enviadle tan lejos, en destierro, que lo veáis jamás”. El segundo: “Confiscadle todos sus bienes”. El tercero: “Arrojadle a una prisión, cargado de hierros”. El cuarto: “¿No sois el amo? Hacedle perecer y libraos de él, por la muerte”. Un quinto, más inteligente: “Vosotros todos, os equivocáis; éstos no son medios de castigarlo; si le desterrarais, el mundo entero sería su patria; si le quitarais los bienes, le quitaríais a los pobres y no a él; si le arrojarais a un calabozo, besaría sus hierros y se estimaría feliz; si le condenarais a muerte, le abriríais el cielo. Príncipe, ¿queréis vengaros? forzadle a cometer un pecado. Lo conozco, este hombre no teme más que al pecado en este mundo.”
¡Pudiera decirse siempre de nosotros, que no tememos más que al pecado!
PLEGARIA DE SAN ALFONSO DE LIGORIO. - ¡Oh Virgen afligida! ¡Oh alma grande en virtud como en dolor! ¡Oh Madre mía! ¡Tened piedad de mí, que no he amado a Dios y que le he ofendido tanto!
¡Oh María, Vos consoláis a todo el mundo, quered también pues, ser mi consuelo! Así sea.
RESOLUCIÓN. – Velaré atentamente sobre mí mismo, a fin de evitar el ofender a Dios.
JACULATORIA. – María, Madre sin mancha, rogad por nosotros.
DIA DIECIOCHO (24/NOV)
La Providencia no nos abandona jamás
CONSIDERACIÓN. – No basta aceptar el lugar social, en el cual gustó el Señor colocarnos; es necesario también evitar abandonarnos al descorazonamiento, cuando nos llega el sufrimiento y la prueba.
Dios es nuestro Creador y Padre; no solamente nos ha sacado Él de la nada, sino que vela por nosotros, durante los días de nuestro destierro, aquí abajo. ¿Por qué, pues, dejarnos llevar a la turbación e inquietud?
¿No hemos tenido pruebas de la bondad del Señor y podemos dudar de su amor?
Nosotros no conocemos el porvenir y ¿quién sabe si las cosas que deseamos con ardor, no serían una verdadera desgracia? Dejemos, pues, hacer al buen Dios, y abandonémonos completamente en sus manos.
Veamos cuál ha sido el proceder de la Santísima Virgen en los momentos de prueba, por los cuales quiso el Señor hacerla pasar. Ella ve a su Hijo bienamado, amenazado por el rey Herodes y llena de confianza en la bondad divina, toma con calma el camino a Egipto. Lo pierde en el templo, pero sin descorazonarse ruega al Señor que se lo devuelva. Así debemos proceder nosotros, recurriendo a Dios por la oración y no dejándonos llevar jamás a la desesperación.
“Poned vuestra confianza en el Señor, dice San Agustín, y abandonaos enteramente a la Providencia, ella no cesa de protegeros”.
EJEMPLO. – San Vicente de Paúl mostraba, en la dulzura de sus palabras y la severidad de su rostro, que se hallaba preparado siempre para los diversos accidentes de la vida. No olvidaba su gran máxima: “Nada sucede en el mundo, más que por orden de la divina Providencia”.
Se había arrojado en sus brazos y abandonado enteramente.
Un obispo, admirándose de que nada era suficiente para turbarlo nunca, decía:
-“El señor Vicente es siempre el señor Vicente”.
El santo, sabiendo que se quería suscitar procesos para apoderarse de los bienes de muchas de sus casas, tenía la costumbre de responder a los que le hablaban de los medios empleados para conseguir despojarle: “No me ocurrirá sino lo que plazca al Señor. Él, es el amo de todos mis bienes, que Él disponga de ellos como guste”.
ORACIÓN DE SAN PEDRO DAMIÁN. - ¡Oh Santa Virgen, Madre abnegada! Dios Todopoderoso, os ha hecho la depositaria de su poder y de sus gracias; derramad sobre nosotros la abundancia; todo es posible, puesto que intercedéis por nosotros. Más sois poderosa, más sois misericordiosa. Así sea.
RESOLUCIÓN. – Me abandonaré a la voluntad de Dios y reposaré, en Él, del cuidado de mi porvenir.
JACULATORIA. – María, Virgen clemente, rogad por nosotros.
DÍA DIECISIETE (23/NOV)
De la aceptación de la voluntad de Dios
CONSIDERACIÓN. – El hombre, aquí abajo, rara vez está satisfecho de la posición social que ocupa. Si es pobre, desea ser rico; si tiene riquezas, desea poseer más aún. Pasa su existencia en vanos deseos; olvida que no ha sido creado para obtener tesoros pasajeros y gozar de ellos, sino para merecer, por sus trabajos, por sus luchas y victorias sobre sí mismo, las riquezas eternas, que no temerán ni la herrumbre ni a los gusanos.
Consideremos a María, nuestra Madre del Cielo. Hija de Reyes y llamada a ser un día Reina de los Ángeles y de los hombres, no busca las satisfacciones ni los goces.
Ella es pobre, si vida se pasa en el trabajo y en la privación y jamás se queja de la parte que le ha correspondido. Su alma es demasiado grande, su corazón demasiado noble, para desear bienes que no son más que polvo y ceniza. Eleva sus miradas más alto y no tiene en sus labios más que palabras de agradecimiento por los dones espirituales que ha recibido de Dios.
Imitémosla y sepamos considerarnos felices en el lugar donde la Divina Providencia nos ha colocado.
EJEMPLO. – San Francisco de Sales, debiendo consolar un gran dolor, decía: “No basta solamente aceptar que Dios nos golpee, sino consentir que sea en el punto que le plazca. En pérdidas temporales, que Dios toque o hiera donde quiera y sobre tal cuerda de nuestro laúd que elija, jamás no producirá sino una buena armonía. Señor Jesús, sin reserva, sin tanto, sin pero, sin excepción, sin limitación que vuestra voluntad se haga sobre padre, madre, hijo, en todo y por todo lugar. No digo que no sea necesario desear y rogar por nuestra conservación, pero no debe decirse a Dios: Dejad esto y tomad aquello”.
ORACIÓN DEL BIENAVENTURADO LUIS DE GRANADA. - ¡Oh Reina de misericordia, mi dulzura y mi vida! Elevo mis clamores a Vos, yo, pobre desterrado en este valle de lágrimas.
Socorredme en mis travesías, defendedme en los peligros, conducidme a la presencia de Jesucristo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Así sea.
RESOLUCIÓN. – Veré la voluntad de Dios, en los diversos sucesos de la vida y aceptaré sin murmurar, el sitio donde me ha colocado.
JACULATORIA. – María, consuelo de los afligidos, rogad por nosotros.
Bienvenido a
Santa Teresita Radio
…“Por fin he encontrado mi vocación, MI VOCACIÓN ES EL AMOR”… Santa Teresita del Niño Jesús
¡Corazón de Jesús, tesoro de ternura, tú eres mi dicha,
mi única esperanza!
Santa Teresa de Lisieux.
NOVENA 24 GLORIAS EN HONOR A SANTA TERESITA.pdf
NOVENA MEDITADA A SANTA TERESITA.pdf
TRIDUO EN HONOR A SANTA TERESITA.pdf
ROSARIO CON SANTA TERESITA.pdf
SANTOS LUIS Y CELIA, RUEGUEN E INTERCEDAN POR NOSOTROS Y POR NUESTRAS FAMILIAS.
..."Los santos esposos Luis Martin y María Azelia Guérin vivieron el servicio cristiano en la familia, construyendo cada día un ambiente lleno de fe y de amor; y en este clima brotaron las vocaciones de las hijas, entre ellas Santa Teresa del Niño Jesús"... Papa Francisco.
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