El 20 de septiembre de 1898, M. Inés de Jesús y M. María de Gonzaga, priora en ejercicio, publicaban una circular necrológica, excepcionalmente larga - 476 páginas- que había sido enviada a todos los carmelos de Francia. Se hizo una tirada de 200.000 ejemplares. El precio : 4 francos. Su título : Historia de un alma.
En efecto , M. Inés compiló llos manuscritos de su hermana (llamados más tarde A, B y C) escritos por « obediencia. »Además, corregió las faltas de ortografía (frecuentes) y suprimió algunos párrafos. También dividió los escritos en capítulos e hizo algunas uniones en los párrafos De las tres destinatarias de los manuscritos, no quedó mas que una : M. María de Gonzaga. Según las exigencias de ésta, los escritos se habían completado con algunas poesías de Teresita y algunas cartas. El Carmelo temía que el libro, financiado sin entusiasmo por el generoso tío Guerin, no tuviera éxito. Ante la sorpresa general, se hizo una segunda edición seis meses más tarde (4000 ejemplares) y pronto una tercera…Fue como una explosión. En 1956 se contaban 40 ediciones, sin hablar de las traducciones que comenzaron en 1901. Hoy se sabe que son más de 50, cifra incontrolada siempre porque las ediciones piratas también existen…
El libro fue un instrumento de conversión y de curaciones diversas en todos los lugares del mundo. Su lectura animó a fervorosos peregrinos a venir a rezar a la « santita », como la llamaban, en su tumba del cementerio de Lisieux. Bien pronto, un guardia tuvo que proteger el lugar de piadosos deterioros.
Hasta 1956 no se publicaron los tres manuscritos originales. El hecho sucedió después de la muerte de M. Inés, que había rehecho practicamente los escritos de su hermana y cuando el Papa Pío XII ordenó que se volviese a los textos originales.
La edición crítica -fototipiada- llevada a cabo por el padre carmelita Francisco de Santa María (muerto en 1961) con un equipo de carmelitas de Lisieux, fue un acontecimiento muy importante. Por fin, Teresita aparecía tal y como era.
A partir de 1969 un equipo preparó la siguiente y continuó el trabajo de la edición crítica de las 266 cartas encontradas, de 54 poesías (1979), de 8 representaciones teatrales (1985), de 21 oraciones (1988) y de sus Últimas Conversaciones(1971).
Este trabajo (1968 - 1988 ), que recibió el Gran Premio Cardenal Grente de la Academia Francesa en 1989, dio como resultado la Nueva Edición del Centenario en ocho volúmenes ( Cerf- DDB ).
La obra, reunida en un solo volumen « Obras Completas » ( cerf-DDB ) tiene 1600 páginas en papel biblia.
El conjunto se ofreció, el 18 de febrero de 1993, a Juan Pablo II y al Cardenal Ratzinger.
- Mi canto de hoy
- Mi vida es un instante, una efímera hora, mi vida es sólo un día volandero y fugaz : Tú lo sabes, Dios mío, ¡para amarte aquí abajo no tengo más que hoy ! ¡Oh, Jesús, yo te amo, hacia ti mi alma tiende, sé por un solo día mi dulce protección, ven y reina en mi pecho y dame tu sonrisa ¡nada más que (...)
- Vivir de Amor
- "La noche del Amor, ya sin parábolas, Jesús decía :"si alguien quiere amarme, toda su vida guarde mi palabra ; y le visitaremos yo ¡y mi Padre ! Viniendo a él, por siempre lo amaremos, ¡su corazón será nuestra mansión… ! ¡Queremos que él esté, lleno de paz, en nuestro Amor…" ! Vivir de amor quiere (...)
- Mi alegria
- ¡Oh, cuántas almas hay aquí en la tierra que andan en vano en busca de la dicha ! En cuanto a mí, mi caso es el contrario : en mi interior yo encuentro la alegría. Mi alegría no es algo pasajero, pues que yo la poseo de por vida ; como rosa que se abre a la mañana, me sonríe sin quiebra día a (...)
- Por que te amo, ¡oh Maria !
- Cantar, Madre, quisiera : ¡por qué te amo , María !, por qué tu dulce nombre de alegría estremece mi corazón, por qué de tu suma grandeza la idea no le inspira temores a mi mente. Si yo te contemplase en tu sublime gloria eclipsando el fulgor de todo el cielo junto, No podría creer que yo soy (...)
Oraciones de santa Teresita de Lisieux (extractos)
Acto de ofrenda al amor misericordioso
Ofrenda de mí misma como víctima de holocausto al amor misericordioso de Dios
¡Oh Dios mío, Trinidad santa !, yo quiero amarte y hacerte amar y trabajar por la glorificación de la santa Iglesia, salvando las almas que están en la tierra y liberando a las que sufren en el purgatorio. Deseo cumplir perfectamente tu voluntad y alcanzar el grado de gloria que Tú me has preparado en tu reino. En una palabra, quiero ser santa. Pero siento mi impotencia y te pido, Dios mío, que seas Tú mismo mi santidad.
Ya que me has amado hasta darme a tu Hijo único para que fuese mi Salvador y mi Esposo, los tesoros infinitos de sus méritos son míos ; te los ofrezco gustosa y te suplico que no me mires sino a través de la faz de Jesús y en su Corazón abrasado de amor.
Te ofrezco también todos los méritos de los santos (de los que están en el cielo y de los que están en la tierra), sus actos de amor y los de los santos ángeles. Y, por último, te ofrezco,¡oh Santa Trinidad ! el amor y los méritos de la Santísima Virgen, mi Madre querida ; a ella le confío mi ofrenda, pidiéndole que te la presente. Su divino Hijo, mi Esposo amadísimo, en los días de su vida mortal nos dijo :« Todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, os lo concederá ». Por eso estoy segura de que escucharás mis deseos. Lo sé, Dios mío, cuanto más quieres dar tanto más haces desear. Siento en mi corazón deseos inmensos y te pido, confiadamente, que vengas a tomar posesión de mi alma.¡Ay !, no puedo recibir la sagrada Comunión con la frecuencia que deseo pero, Señor,¿ no eres Tú todopoderoso… ? Quédate en mí como en el sagrario, no te alejes nunca de tu pequeña hostia…
Quisiera consolarte de la ingratitud de los malos y te suplico que me quites la libertad de desagradarte. Y si por debilidad caigo alguna vez, que tu mirada divina purifique enseguida mi alma, consumiendo todas mis imperfecciones, como el fuego que todo lo transforma en sí…
Te doy gracias, Dios mío, por todos los beneficios que me has concedido y, en especial, por haberme hecho pasar por el crisol del sufrimiento. En el último día te contemplaré llena de gozo llevando el cetro de la Cruz. Ya que te has dignado darme como lote esta cruz tan preciosa, espero parecerme a ti en el cielo y ver brillar en mi cuerpo glorificado los sagrados estigmas de tu Pasión…
Después del destierro de la tierra, espero ir a gozar de ti en la patria, pero no quiero acumular méritos para el cielo, quiero trabajar sólo por tu amor, con el único fin de agradarte, de consolar a tu sagrado Corazón y de salvar almas que te amen eternamente.
En la tarde de esta vida compareceré delante de ti con las manos vacías, pues no te pido, Señor, que lleves cuenta de mis obras. Todas nuestras justicias tienen manchas a tus ojos. Por eso, yo quiero revestirme de tu propia Justicia y recibir de tu Amor la posesión eterna de Ti mismo. No quiero otro trono ni otra corona que Tú mismo, Amado mío…
A tus ojos el tiempo no es nada y un solo día es como mil años. Tú puedes, pues, prepararme en un instante para comparecer delante de ti…
A fin de vivir en un acto de perfecto amor, yo me ofrezco como víctima de holocausto a tu Amor misericordioso y te suplico que me consumas sin cesar, haciendo que se desborden sobre mi alma las olas de ternura infinita que se encierran en ti y que, de esa manera, llegue yo a ser mártir de tu amor, Dios mío…
Que este martirio, después de haberme preparado para comparecer delante de ti, me haga, por fin, morir y que mi alma se lance sin demora al eterno abrazo de tu amor misericordioso…
Quiero, Amado mío, renovarte esta ofrenda con cada latido de mi corazón y un número infinito de veces, hasta que las sombras se desvanezcan y pueda yo decirte mi amor en un cara a cara eterno…
María Francisca Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz, rel. carm. ind. Fiesta de la Santísima Trinidad. El 9 de junio del año de gracia 1895.
Ofrenda del día
Dios mío, te ofrezco todas las acciones que hoy realice por las intenciones del Sagrado Corazón y para su gloria. Quiero santificar los latidos de mi corazón, mis pensamientos y mis obras más sencillas uniéndolo todo a sus méritos infinitos, y reparar mis faltas arrojándolas en el horno ardiente de su amor misericordioso
Dios mío, te pido para mí y para todos mis seres queridos la gracia de cumplir, con toda perfección, tu voluntad y aceptar, por tu amor, las alegrías y sufrimientos de esta vida pasajera para que, un día, podamos reunirnos en el cielo por toda la eternidad.
Amén
Fuente: http://www.therese-de-lisieux.catholique.fr/-Sus-escritos-.html
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