..."Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitaran todas las generaciones porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mi. Su nombre es Santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. El hace proezas con su brazo, dispersa a los soberbios de corazón. Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. A los hambrientos los colma de bienes y a los ricos despide vacíos. Auxilia a Israel su siervo, acordándose de su santa alianza según lo había prometido a nuestros padres en favor de Abraham y su descendencia por siempre"... Lucas 1, 46-55.
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..."Se ha dicho que su brillo eclipsa el de todos los santos,
así como el sol, al aparecer la aurora, hace desaparecer las estrellas.
¡Dios mío, cuán extraño es esto! ¡Una Madre que ofusca la gloria de sus hijos!
Yo pienso todo lo contrario; creo que aumentará,
pero en mucho, el esplendor de los escogidos...
¡La Virgen María! ¡Cuán sencilla me parece debió ser su vida"...
Santa Teresita del Niño Jesús.
¿Por qué mayo es el mes de la Virgen María?
Mayo: Mes de María La Iglesia otorga este mes a María para conocerla y amarla más
Breves reflexiones para cada día del mes de Mayo, el mes de la Virgen María
Catequesis sobre la Santísima Virgen María S.S. Juan Pablo II
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Ave Maria Purisima... ruega por nosotros que recurrimos a ti.
Comentario
DÍA DIECISÉIS (22/NOV)
Relaciones con el prójimo
CONSIDERACIÓN. – María vivió llena de benevolencia para todos. Sus oídos, dice uno de sus historiadores, estaban sin cesar abiertos para oír el bien, pero su boca cerrada, salvo para alabar a Dios o para utilidad del prójimo.
¿No es esta consideración, una condenación notable de nuestra conducta, cuando revelamos sin necesidad las faltas o defectos del prójimo, o que lo acusamos de algo que no ha cometido?
Si un alma recta y verdadera, retrocede, espantada, ante la calumnia, no es así, desgraciadamente, de la maledicencia. No nos dominamos tampoco, nosotros mismos, que nos dejamos arrastrar muy fácilmente a hablar con ligereza del prójimo.
Si hemos sido contrariados en nuestros intentos o heridos en nuestro amor propio, por alguien, no nos venguemos tan pronto, con palabras picantes.
No le robaríamos una moneda y sin escrúpulos, trabajamos en robarle aquello que estima más que la plata o el oro: la estimación de sus semejantes.
EJEMPLO. – En el fondo del desierto de Tebaida, un joven anacoreta cayó enfermo. A pesar de sus sufrimientos, una dulce serenidad brillaba en su semblante.
-Hermano, pareces bien feliz, le dijo el superior.
-Lo soy, en efecto, dijo el enfermo.
-¿Me permites una reflexión?
-¡Oh! ¡padre mío, hablad!
-Muchas veces, en la muerte, el demonio se esconde bajo la cara de un ángel de luz y cubre de flores el pasaje a la eternidad; dime cuál es la razón de esa calma perfecta, de esa alegría que brilla en tus ojos, de esa felicidad inexplicable que te arrebata.
Nosotros estamos angustiados y temblamos.
-Padre mío, yo era muy joven, cuando leí en el Evangelio estas palabras sagradas: “No juzguéis y no seréis juzgados”. Las he meditado; nunca he juzgado, he aquí, por qué yo espero en la misericordia de mi Dios.
Expiró pronunciando estas palabras.
San Agustín, imitador de las virtudes de su digna madre que no sufría que se atacara al prójimo en su presencia, había hecho escribir en gruesas letras en la sala donde tomaba sus alimentos, esta sentencia:
“Si alguno gusta hablar mal de ausentes, que sepa que esta mesa le está prohibida”.
Un día, uno de sus amigos comenzó a hablar de los defectos del prójimo; él lo reprendió en seguida diciendo: “Borrad esas inscripción o levantaos de la mesa”.
PLEGARIA DE SAN AGUSTÍN. - ¡Oh María! no rehuséis vuestro socorro a los desgraciados; levantad el coraje de los débiles y consolad a aquellos que están afligidos; rogad por nosotros, a fin de que todos los que han recurrido a Vos en sus necesidades, sientan los efectos de vuestra protección todopoderosa. Así sea.
RESOLUCIÓN. – Seré afable en mis relaciones con el prójimo y no hablaré mal de nadie.
JACULATORIA. – María, Refugio de los pecadores, rogad por nosotros.
Si se levantan los vientos de las tentaciones, si tropiezas con los escollos de la tentación, mira a la estrella, llama a María.
Si te agitan las olas de la soberbia, de la ambición o de la envidia, mira a la estrella, llama a María.
Si la ira, la avaricia o la impureza impelen violentamente la nave de tu alma, mira a María.
Si turbado con la memoria de tus pecados, confuso ante la fealdad de tu conciencia, temeroso ante la idea del juicio, comienzas a hundirte en la sima sin fondo de la tristeza o en el abismo de la desesperación, piensa en María.
En los peligros, en las angustias, en las dudas, piensa en María, invoca a María. No se aparte María de tu boca, no se aparte de tu corazón; y para conseguir su ayuda intercesora no te apartes tú de los ejemplos de su virtud. No te descaminarás si la sigues, no desesperarás si la ruegas, no te perderás si en ella piensas.
Si ella te tiene de su mano, no caerás; si te protege, nada tendrás que temer; no te fatigarás sí es tu guía; llegarás felizmente al puerto si Ella te ampara
San Bernardo sobre la Virgen Madre...
DÍA QUINCE (21/NOV)
De la ayuda que debemos al prójimo
CONSIDERACIÓN. – La Santísima Virgen se nos aparece como un admirable tipo de bondad y caridad: Ella es la salvación de los desgraciados, salud de los enfermos, refugio de los pecadores; nosotros mezclamos su nombre a todos nuestros dolores; cuando sufrimos, vamos a Ella y cuando somos desgraciados, buscamos un asilo en su maternal protección, puesto que es compasiva y nos ama.
¡Si pudiéramos imitarla en las relaciones con nuestro prójimo! El género humano es una gran familia de la cual Dios es el Padre y basta que nos apartemos de ese punto del amor al prójimo sin preguntarnos de qué modo debemos probárselo.
El Divino Maestro se ha encargado de indicarnos el carácter especial:
“Vosotros lo amaréis –dice- como a vosotros mismos”. Es decir, que debemos amarle y procurarle, en cuanto podamos, el bien que deseamos para nuestra propia persona. Y sin embargo ¡ay! el egoísmo reina sobre la tierra y lo encontramos aún en los cristianos.
Se busca el interés propio, todo se refiere a uno mismo, sin inquietarse por los otros. Somos insensibles a las penas de los demás, sino no nos tocan personalmente.
Dios ha querido la desigualdad en las condiciones humanas. Hay entre nosotros ricos y pobres, todos hijos de Dios y hermanos en Nuestro Señor. Los que poseen bienes terrenales, deben ayudar a aquellos que están en la miseria. La limosna es un gran deber, que olvidamos demasiado fácilmente.
El ejercicio de la caridad, es siempre fácil a los verdaderos cristianos. “Si tenéis mucho, dad mucho; si tenéis poco, dad poco, porque es el corazón quien da precio a las cosas”, añade San Ambrosio. El Señor, recompensando esta bella virtud de la caridad, mirará menos el valor del don, que la pureza de la intención.
Que en todas las cosas, esta palabra de la Escritura: “Haz al prójimo lo que deseas que te sea hecho” sea la regla de nuestra conducta, para con nuestros semejantes.
EJEMPLO. – Cuando San Luis abandonó la Palestina para volver a Francia, se embarcó en una nave que chocó contra unas rocas, con tanta violencia, que perdió tres toesas de la quilla.
Se instó al Monarca a descender, para trasbordar.
San Luis, rehusó diciendo: “Estos que se hallan aquí aman tanto sus vidas, como yo amo la mía; si yo descendiera, ellos descenderían también y no encontrando un buque para recibirlos, quedarían expuestos a mil peligros. Me gustaría más, poner en manos de Dios mi vida, la de la reina y de mis hijos, que causar tan gran daño a tan valerosas personas.
PLEGARIA DE SAN GERMÁN. - ¡Oh María! tened piedad de mí. Vos, la Madre de mi Dios, que tenéis tanto amor para los humanos, concededme todo esto que te pido. Vos, que sois nuestra defensa y nuestra alegría, hacedme digo de gozar en vuestra presencia, de esa felicidad que gozáis en el cielo. Así sea.
RESOLUCIÓN. – No haré a mi prójimo, aquello que no desearía, me hiciesen a mí mismo.
JACULATORIA. – María, Auxilio de los cristianos, rogad por nosotros.
DÍA CATORCE (20/NOV)
Del amor al prójimo
CONSIDERACIÓN. – El Divino Maestro, nos dice, en el Evangelio, que el primer mandamiento es amar a Dios sobre todas las cosas y que el segundo, en todo semejante al primero, es amar al prójimo como a nosotros mismos, por el amor de Él.
María, nuestra Madre, no dejó nunca de practicar, con gran perfección, esta bella virtud de la caridad. Ella amaba al prójimo puesto que amaba a Dios; veía el prójimo en Él y más tarde, llevó este amor a la sublimidad, puesto que, al pie de la Cruz, aceptó la muerte de su divino Hijo, por la salvación del género humano.
No basta reconocer, de un modo general, que debemos amar a nuestros hermanos; es necesario, en la práctica, probarles ese amor y esto nos será más fácil, cuanto más nos dejamos guiar por la fe, porque de este modo, viendo, como veía la Santa Virgen, a Dios en nuestros hermanos, los amaremos a pesar de todos sus defectos y podremos triunfar de las antipatías y aversiones naturales que tantas veces perjudican la paz en las familias.
San Juan, llegado a una edad muy avanzada, se hacía llevar a la asamblea de los fieles y les repetía sin cesar: “mis pequeños hijos, amaos los unos a los otros”, resumiendo así, esta sublime doctrina de la caridad, de la cual fue el apóstol toda la vida.
Los primeros cristianos habían comprendido bien esto: estaban tan unidos los unos a los otros, que los paganos se admiraban de sus virtudes y decían: “¡Ved cómo se aman!” Sus bienes eran comunes y ponían en práctica este mandamiento del Salvador: “Amad a vuestro prójimo como a vosotros mismos”.
EJEMPLO. – En un invierno tan riguroso que mucha gente moría de frío, San Martín encontró en una de las puertas de la ciudad de Amiens, a un pobre harapiento. Movido a compasión, viendo que nadie había reparado en su miseria, pensó que Dios se lo había reservado particularmente para aliviarlo. Mas ¿qué podría hacer habiendo distribuido ya todo su dinero en obras de esta naturaleza y no teniendo más que una capa con la cual se hallaba cubierto?
Cortó en dos partes la capa con su espada y reservándose la más pequeña dio la otra al pobre, para revestirse.
la noche siguiente, cuando San Martín dormía, se le apareció Jesús, cubierto con esta parte de la capa y oyó estas palabras: “Aunque Martín no sea aún más que catecúmeno, me ha dado, sin embargo, este vestido”.
Recordando así, que es Él mismo, a quien nosotros vestimos o alimentamos en la persona del pobre.
PLEGARIA DE SAN BUENAVENTURA. – Pueda ¡oh María! arder siempre mi corazón y consumirse mi alma por Vos.
Jesús, mi Salvador y María, mi tierna Madre, acordadme, por vuestros méritos, amaros tanto como sois dignos. Así sea.
RESOLUCIÓN. – Asistiré a los pobres tanto como pueda y veré a nuestro Señor sufriendo, en ellos.
JACULATORIA. – Oh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos.
DÍA DOCE (18/NOV)
La plegaria de la noche
CONSIDERACIÓN. – Cada noche hay, para aquel que ha llenado laboriosamente su día, una satisfacción bien legítima, al ver llegar, al fin, la hora del reposo. Mas, antes de entregarse al sueño, el cristiano desea santificar esas horas de la noche, haciéndolas preceder de una plegaria, en la cual da gracias a Dios, por los favores que ha recibido y solicita su protección todopoderosa.
Después, manteniéndose en su presencia, examina seriamente su conciencia y, como un negociante, que, cada noche, no deja de poner sus cuentas en orden, se pregunta si, desde el punto de vista de su salvación, hay pérdida o ganancia para él. Cuando ha reconocido sus faltas, se humilla por ellas delante de Dios, pidiéndole perdón y prometiéndole evitarlas en el porvenir. La muerte podría sorprenderle durante ese sueño, del cual es la imagen; él está sometido a la voluntad de Dios y de antemano, acepta la decisión tomada por el Soberano Maestro, sobre nuestros destinos.
María también, conoció la necesidad del reposo. Pero ¡con cuánta perfección lo ha santificado, ofreciéndolo a su Creador! Sus ojos se cerraban a la luz material, pero su corazón vivía unido al Señor, pues Ella cumplió su voluntad.
Imitemos a nuestra Madre y así, ni un solo instante de nuestra vida, aún de aquellos que consagramos al sueño, será perdido para la eternidad.
Hay, no obstante, hombres bastante insensatos que no consagran a Dios ni el comienzo ni el fin de cada día. Es a éstos, a quienes se dirigen las palabras de San Bernardo: “Cuando dais a un pobre mendigo un pedazo de pan, no abandona vuestra puerta sin daros las gracias. Y Dios os ha alimentado todo el día, no solamente a la noche sino también a la mañana y al mediodía y queréis acostaros sin haber agradecido a vuestro bienhechor.
Vuestro criado os desea buenas noches y le agradecéis y cuando se trata de Dios, que puede no solamente desearos sino acordaros una buena noche, no le hacéis un saludo ni un signo de gratitud.
¡Qué proceder extraño e inconcebible!
EJEMPLO. – San Alfonso de Ligorio, había tenido la felicidad de nacer de padres cristianos.
La piadosa madre no descuidaba nada, para cultivar en el corazón de sus hijos, el germen de la virtud.
Cada mañana y cada noche los reunía e inspiraba a sus tiernos corazones el amor a Dios y una tierna devoción a la Santa Virgen.
San Alfonso, todavía niño, mostraba gran afición hacia esos piadosos ejercicios.
Oía inmóvil, el curso de instrucción religiosa que daba su madre y luego, cuando llegaba el momento de la plegaria de la noche, su modestia, su recogimiento, su fervor, eran para todos, un motivo de grande edificación.
PLEGARIA DE SAN EFRÉN. - ¡Oh Santa Madre de Dios, protegednos, conservadnos bajo las alas de vuestra misericordia!
Toda nuestra confianza está en Vos.
¡Oh Virgen Inmaculada! nosotros os estamos consagrados y nos ponemos bajo vuestra protección para siempre. Así sea.
RESOLUCIÓN. – No omitiré jamás, la oración de la noche.
JACULATORIA. – Virgen poderosa, rogad por nosotros.
DÍA ONCE (17/NOV)
Las distracciones permitidas
CONSIDERACIÓN. – La Santa Escritura, nos invita a recrearnos bajo los ojos del Señor.
Nos es permitido pues, buscar honestas distracciones y cuando hemos llevado el peso del día y del calor, reposar en paz en el seno de nuestra familia; mas es necesario comprar esta satisfacción con el trabajo.
Una buena lectura, un paseo al campo, algunos instantes de dulce conversación entre personas que se convienen, son cosas que se permiten y no hay duda que los santos habitantes de Nazaret descansaban así de las fatigas de sus trabajos.
Huyamos, en esas horas reparadoras, de todo lo que pueda alejarnos del Señor: las conversaciones poco cristianas, una disipación muy grande, un gozo inmoderado contrario a la dignidad de los hijos de Dios, los propósitos ligeros y bromistas que hieren la modestia. Huyamos también de las lecturas perniciosas y malsanas, que, con el pretexto de divertirnos un instante, llevan el veneno hasta el fondo de las almas.
En fin, pensemos entonces que nos hallamos bajo los ojos del Señor y que nada, en nuestra conducta, en nuestras palabras y en nuestros pensamientos pueda herirlo.
EJEMPLO. – El gran sabio cardenal Bellardino, visitando un día a los alumnos del colegio Romano, durante el recreo, preguntó a algunos que se hallaban agrupados a su alrededor: -¿Qué haríais si un Ángel del Cielo viniera, de parte de Dios, a comunicaros que vais a morir?
Uno respondió: -Yo iría en seguida a confesarme.
Otro: -Yo me prosternaría delante del Santísimo Sacramento.
Un tercero: -Yo continuaría recreándome.
El cardenal fijó sobre este niño, que se llamaba Luis de Gonzaga, una mirada de emoción y abrazándolo con ternura, le dijo: -Amigo, vuestra respuesta es la mejor.
El joven escolar tenía razón: los honestos recreos están en la voluntad de Dios y santifican cuando suceden al trabajo.
PLEGARIA DE SAN EFRÉN. - ¡Oh Madre llena de gracia! interceded por mí ante vuestro divino Hijo, y por vuestra intercesión aclarad mi entendimiento, abrazad mi corazón y desligad mi lengua, a fin de que yo pueda cantar vuestras alabanzas. Así sea.
RESOLUCIÓN. – No me permitiré jamás, ningún placer en medio del cual no desearía que la muerte viniera a sorprenderme.
JACULATORIA. – María, causa de nuestra alegría, rogad por nosotros.
DÍA DÉCIMO (16/NOV)
Hacer todo por Dios
CONSIDERACIÓN. – El apóstol San Pablo dijo que nosotros debemos santificar todas nuestras acciones.
“Sea que comáis, bebáis o hagáis cualquier cosa, hacedlo todo por la gloria de Dios”.
Nos es imposible trabajar sin descanso y tenemos necesidad de reparar las fuerzas que gastamos. Nada más vulgar que dar a nuestro cuerpo el alimento que reclama y sin embargo, esta acción puede ser meritoria, puesto que entra en las disposiciones de la Providencia.
La Santa Familia de Nazaret, no estaba exenta de la necesidad del hambre. Jesús, María y José, se reunían pues, en común, a tomar el alimento.
Comenzaban por rogar a Dios que los bendijera, después, con una gran frugalidad, sin buscar la satisfacción de sus gustos, tomaban los alimentos que la Santa Virgen les ofrecía y no volvían a sus ocupaciones, sin antes dar gracias a Dios, por haberles dado el pan cotidiano, necesario para la conservación de la vida.
Así debemos proceder, comenzando y terminando cada una de nuestras comidas con la oración, evitando el abandonarnos a la glotonería y a todo aquello que sea rebusca exagerada de calidad o cantidad, en nuestro alimento.
Es necesario comer para vivir y no vivir para comer.
EJEMPLO. – Todo lo que hacemos, dice San Francisco de Sales, recibe su valor, de la conformidad con la voluntad de Dios. De modo que, aun comiendo o recreándome, si lo hago porque tal es la voluntad de Dios, merezco más que si sufriera la muerte, sin tener una tal intención.
PLEGARIA. – Haced, ¡oh María! que os imitemos en todas nuestras acciones y que nuestras comidas sean, como han sido las vuestras, santificadas por nuestra unión con Dios. Que procuremos no perder ninguna de las mortificaciones que se presentarán en el curso de nuestra vida.
RESOLUCIÓN. – Tomaré cada una de mis comidas, en unión de María.
JACULATORIA. – María, Virgen fiel, rogad por nosotros.
Bienvenido a
Santa Teresita Radio
…“Por fin he encontrado mi vocación, MI VOCACIÓN ES EL AMOR”… Santa Teresita del Niño Jesús
¡Corazón de Jesús, tesoro de ternura, tú eres mi dicha,
mi única esperanza!
Santa Teresa de Lisieux.
NOVENA 24 GLORIAS EN HONOR A SANTA TERESITA.pdf
NOVENA MEDITADA A SANTA TERESITA.pdf
TRIDUO EN HONOR A SANTA TERESITA.pdf
ROSARIO CON SANTA TERESITA.pdf
SANTOS LUIS Y CELIA, RUEGUEN E INTERCEDAN POR NOSOTROS Y POR NUESTRAS FAMILIAS.
..."Los santos esposos Luis Martin y María Azelia Guérin vivieron el servicio cristiano en la familia, construyendo cada día un ambiente lleno de fe y de amor; y en este clima brotaron las vocaciones de las hijas, entre ellas Santa Teresa del Niño Jesús"... Papa Francisco.
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