MEDITEMOS UN POCO.

Este mundo moderno que cada vez está más y más en poder de Satanás, hace de todo, con sus medios de comunicación social, por distraernos de lo importante de la vida, de lo único importante de la vida que es la propia salvación. Y así pasamos horas, días y semanas enteras, meses incluso, en que ni pensamos por un momento en las realidades eternas, en que un día, quizás muy cercano, deberemos dar cuentas de nuestra vida a Dios.

Hagamos un alto en el camino. Detengámonos un momento a meditar un poco, porque quien medita en sus postrimerías, jamás pecará. Lo que sucede es que el hombre de hoy no piensa, no quiere pensar, o a veces no puede pensar, o lo que es peor, no lo dejan pensar, sino que lo aturden con mil ruidos, imágenes, voces, pensamientos e ideas, y así muchos de nosotros vamos avanzando como por inercia por la vida, y llegamos al término de nuestros días sin estar preparados para dar el salto a la eternidad.

No somos como los animales que no saben reflexionar, no pueden hacerlo, sino que sólo se rigen por el instinto. Nosotros tenemos una mente, tenemos la razón, que ayudada por la fe, nos da un parecido muy grande con Dios. Si no usamos de esto, entonces nos hacemos como los brutos, que no tiene raciocinio.

Pensemos: ¿Qué nos llevaremos al otro mundo de lo que estamos atesorando en la tierra? Porque a veces acumulamos dinero y más dinero, creyendo que con eso estaremos seguros en el tiempo. Pero muchas veces con las riquezas se pierde la verdadera Riqueza, que es la gracia de Dios en este mundo, y la Vida eterna en el otro mundo.

Aprovechemos los bienes materiales de que disponemos, para realizar buenas obras, obras de misericordia y de caridad. Entonces sí que no tendremos tristeza cuando debamos abandonar este mundo, este cuerpo mortal, esta tierra, pues habremos trasladado nuestras riquezas materiales al Cielo, convertidas en un tesoro de buenas obras, cuyos frutos nos acompañarán por los siglos de los siglos.