NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES
Italia
( 5 de agosto)
La Protectora de Roma y Auxilio del Pueblo Romano en el S. IV se apareció a una pareja que no había podido tener hijos y estaban en oración solicitando a la Virgen María que les dijera qué debían hacer con sus cuantiosa herencia para garantizar el mejor uso cristiano de la herencia.
Santa María la Mayor es una de las cuatro basílicas papales de Roma y es la iglesia más grande e importante en Occidente dedicada al culto mariano; está relacionada con la visión de Santa María de las Nieves.
La Virgen les indicó que, donde ella señalara, se le construyese un templo. En la mañana de un 5 de agosto, amaneció nevado el monte Esquilino de Roma, con lo cual el noble matrimonio interpretó voluntad de la Virgen y así lo hizo saber al Papa.
El papa Liberio (352 – 366) había tenido el mismo sueño coincidentemente, de modo que accedió rápidamente al pedido.
Nuestra Señora de las Nieves es una antigua advocación mariana que se remonta al siglo IV y que está muy extendida en Italia, España, Latinoamérica y Portugal. Es la 2ª patrona de la ciudad de Buenos Aires, Argentina.
LA APARICIÓN
Nuestra Señora se apareció a un matrimonio en Roma y al Santo Padre. En el siglo IV d.C. vivía en Roma una piadosa pareja. Él se llamaba Juan Patricio mientras que el nombre de su esposa se desconoce. Habían sido bendecidos con abundancia de bienes y también de fe. Sin embargo, su gran dolor era no tener hijos con los que pudieran compartir sus dones.
Durante años habían rezado por un hijo y heredero. En esta situación pasaron muchos años sin ningún resultado. Por fin decidieron nombrar como heredera a la Santísima Virgen y le rezaron con devoción para que los guiara en la asignación de la herencia.
Nuestra Señora les agradeció sobremanera y la noche del 4 de agosto, se le apareció a Juan Patricio y a su esposa, diciéndoles que deseaba que construyeran una basílica en el Monte Esquilino (una de las siete colinas de Roma), en el punto preciso que ella señalaría con una nevada.
También se le apareció al Papa Liberio con el mismo mensaje. En la mañana siguiente, el 5 de agosto, mientras brillaba el sol en pleno verano, la ciudad quedó sorprendida al ver un terreno nevado en el Monte Esquilino. La pareja, feliz, se apresuró al lugar y el Papa Liberio marchó hacia el mismo en solemne procesión. La nieve cubrió exactamente el espacio que debía ser utilizado para la basílica y desapareció una vez señalado el lugar. Pronto se construyó la Basílica de Santa María la Mayor.
GRANDES DEVOTOS DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
El Papa Liberio buscaba una imagen de la Santísima Virgen que fuera digna de esta espléndida Basílica de Sta. María la Mayor. El mismo donó la famosísima Madonna, Nuestra Señora y el Niño, la cual, según una tradición había sido pintada por San Lucas sobre una gruesa tabla de cedro de casi cinco pies de alta y tres y un cuarto de ancha, y llevada a Roma por Santa Helena. Esta obra es venerada en el oratorio pontificio.
A lo largo de los años, el pueblo de Roma ha sido muy devoto de la Madonna. Cada vez que Roma se encontraba en peligro de calamidades o de pestilencia, corría en bandadas al santuario de Nuestra Señora para pedirle auxilio. La imagen era llevada en procesión solemne, con gran devoción. La Virgen Santísima les demostró ser una poderosa protectora con grandes milagros.
Durante el pontificado de San. Gregorio el Grande, una peste terrible arrasó con la ciudad de Roma. El Pontífice ordenó que se hiciera una procesión penitencial desde Santa María la Maggiore, en la cual el mismo llevaba una estatua de la Virgen. Durante la procesión 80 personas murieron, pero el pontífice continuaba sus oraciones. Cuando llegaron al puente que cruza el río Tiber, oyeron cantos de ángeles en el cielo. De pronto sobre el castillo (que hoy se llama “de San Ángelo”), se apareció el arcángel San Miguel. En su mano derecha llevaba una espada que metió en su vaina. En ese mismo momento ceso la peste.
En la actualidad, esta advocación se le llama Nuestra Señora, Protectora de Roma o Auxilio del Pueblo Romano. El Señor también ha obrado milagros –por medio de la Santísima Virgen– a través de numerosas réplicas, particularmente sobre una que pertenecía a los Padres Jesuitas.
Los Papas siempre han sentido una tierna devoción por esta imagen de la Virgen María. Algunos han pasado incluso noches enteras en oración ante él. Benedicto XIV hizo el compromiso de hacerse presente para el canto de las letanías de Sta. María la Mayor todos los sábados. El Papa Pablo V, la noche en que iba a morir, manifestó el deseo de que lo llevaran a la capilla de Nuestra Señora para así poder morir a sus pies.
INSTAURACIÓN DE LA FIESTA DE MARÍA REINA
El 1º de noviembre, de 1954, al final del Año Mariano, el Santo Padre Pío XII colocó una corona enjoyada sobre la pintura de Nuestra Señora, Protectora de Roma. En ese momento, se levantó un fuerte llanto de entre la gran multitud congregada en Sta. María la Mayor: “¡Viva la Reina!”. El Papa nombró a la Virgen Reina de cielos y tierra y decretó que se celebrara una fiesta especial para honrarla bajo ese título.
No era éste un nuevo privilegio para la Madre de Dios. Ella siempre ha sido considerada nuestra Reina, como lo testifica el arte Mariano desde los primeros siglos y las oraciones, especialmente la Letanía de Loreto. Sin embargo, no había hasta entonces fiesta en particular que lo conmemorara. En la actualidad esta fiesta se celebra el 22 de agosto.
La fiesta de Nuestra Señora de las Nieves, 5 de agosto, se celebraba, en principio, solamente en la basílica, se extendió en el siglo XIV a toda Roma y, finalmente, San Pío V la declaró fiesta de la Iglesia universal en el siglo XVII.
La devoción a la Virgen de las Nieves arraigó fuertemente en el pueblo romano y llegó a extenderse por toda la cristiandad. En su honor se levantan hoy templos por todo el mundo, y son muchas las mujeres cristianas que llevan este bendito nombre de la Santísima Virgen.
LA BASÍLICA SANTA MARÍA LA MAYOR EN ROMA
Nuestra Señora de las Nieves es lo mismo que Santa María la Mayor, título que lleva una de las cuatro basílicas mayores de Roma. Las otras tres son: San Pedro del Vaticano, San Pablo Extramuros y San Juan de Letrán.
La basílica de Santa María la Mayor parece ser que fue la primera iglesia que se levantó en Roma en honor de María y podemos decir, lo mismo que se afirma de San Juan de Letrán en un sentido más general, que es la iglesia madre de todas cuantas en el mundo están dedicadas a la excelsa Madre de Dios.
Por esto, y por ser una de las iglesias más suntuosas de Roma, mereció el título de la Mayor. Así se la distinguía de las otras sesenta iglesias que tenía la Ciudad Eterna dedicadas a Nuestra Señora.
LA HISTORIA
Esta basílica ha pasado por bastantes vicisitudes a través de los tiempos. Ocupa el Esquilino, una de las siete colinas de Roma. En tiempo de la República era necrópolis y bajo el Imperio de Augusto, paseo público. Allí tenía el opulento Mecenas unos jardines. Allí estaba la torre desde la cual contempló Nerón el incendio de Roma y allí había un templo dedicado a la diosa Juno, al cual acudían las parejas de novios para implorar sus auspicios.
La primitiva iglesia no estaba consagrada a María. Se llamaba la basílica Sociniana. En su recinto lucharon los partidarios del papa Dámaso con los secuaces del antipapa Ursino. Esto sucedió a finales del siglo IV. En este tiempo se llamó también basílica Liberiana por su fundador, el papa Liberio.
En el siglo V es reconstruida por Sixto III (432-440). Este mismo Papa es el que consagra el templo a la Virgen. Desde este momento el nombre de María se va a hacer inseparable de este templo.
El concilio de Efeso había tenido lugar el año 431. Los padres del tercer concilio ecuménico acababan de proclamar la maternidad divina de María contra el hereje Nestorio. Era el primer gran triunfo de María en la Iglesia y una crecida ola de amor Mariano recorre toda la cristiandad de oriente a occidente. La maternidad divina de María es el más grande de los privilegios de María y la raíz de todas sus grandezas.
Roma no podía faltar en esta hora de gloria Mariana. Este templo que renueva Sixto III en honor de la Theotocos es el eco romano de la definición de los padres de Efeso. La ciudad entera se apresta a levantar y hermosear esta basílica. Los pintores ponen sus pinceles bajo la dirección del Sumo Pontífice y las damas se desprenden de sus más vistosas joyas. Ahora es cuando la antigua basílica Sociniana se adorna con pinturas y mosaicos que celebran el misterio de la maternidad divina de María. Se levanta un arco de triunfo y sobre la puerta de entrada se lee una inscripción que empieza con estas palabras: “A ti, oh Virgen María, Sixto te dedicó este nuevo templo… ”
Son muchas las gracias que la Santísima Virgen ha concedido a sus devotos en este santo templo. Aquí organizó San Gregorio Magno unas solemnes rogativas con motivo de una terrible peste que asolaba la ciudad.
El año 653 ocurrió en esta iglesia un hecho milagroso. Celebraba misa el papa San Martín cuando, al querer matarle o prenderle por orden del emperador Constante, el enarca de Ravena, Olimpo, quedó repentinamente ciego e imposibilitado.
Basten estos hechos para demostrar el gran aprecio que los Sumos Pontífices han tenido para con este templo a través de la historia.
Hoy mismo sigue siendo Santa María la Mayor una de las cuatro basílicas patriarcales de Roma cuya visita es necesaria para ganar el jubileo del año santo. De esta forma la Virgen de las Nieves sigue recibiendo el tributo de amor de innumerables peregrinos de todo el orbe católico.
SU DISEÑO Y ARQUITECTURA
Las tres amplias naves de la basílica se enriquecieron con los dones de los fieles y los ábsides se adornaron de lámparas y mosaicos. Algunos de éstos son especialmente valiosos.
Actualmente es una de las iglesias más ricas y bellas de la ciudad de Roma. Conserva muy bien su carácter de basílica antigua. Tiene por base la forma rectangular, dividida por columnas que forman tres naves, techo artesonado, atrio y ábside.
Las pinturas son de tema Mariano y generalmente relacionadas con la maternidad divina de María. Representan a la Anunciación, la Visitación, María con el Niño, la adoración de los Magos, la huida a Egipto y otras escenas de la vida de la Virgen.
El interior de la basílica es solemne y armonioso. Las tres naves aparecen divididas por columnas jónicas. Contiene notables monumentos y tumbas de los papas.
Tiene dos fachadas: la que mira al Esquilino, que es la posterior, y la que mira a la plaza que lleva el nombre de Santa María la Mayor. Esta, que es la principal, data del siglo VIII, y la posterior del XVII. El campanario, románico, es el más alto de Roma. Fue construido el año 1377.
Sobre el altar mayor hay una imagen de María del siglo XIII, atribuida a Lucas el Santo, y en la nave se halla el monumento a la Reina de la Paz, erigido por Benedicto XV al terminar la primera guerra mundial.
La propia basílica fue restaurada y ampliada por varios papas durante la Edad Media, incluyendo a Eugenio III (1145-1153), Nicolás IV (1288-92) o Clemente X (1670-76). En su interior una de las obras principales es el espléndido ciclo de mosaicos sobre la Vida de la Virgen, que data del siglo V, que muestra aún las características estilísticas del arte romano tardío. Más hieráticos, y más próximos al arte bizantino son los mosaicos del arco triunfal, con escenas de la Infancia de Cristo según los Evangelios apócrifos.
De época medieval es igualmente el suelo de mármol estilo cosmati, como el que puede verse en la tumba del cardenal Rodríguez (1299), a la derecha del altar.
En el siglo XIV, durante el pontificado de Nicolás IV fue realizado el mosaico del ábside, con la Coronación de María, obra de Jacopo Torriti, un monje franciscano. De la misma época son los mosaicos de la fachada, obra de Filippo Rusuti.
El artesonado del techo es renacentista, del siglo XVI, sigue un diseño de Giuliano da Sangallo; se dice que fue dorado con oro de los incas regalado por los Reyes Católicos al Papa español Alejandro VI (algo que de hecho es erróneo, pues el imperio inca fue conquistado durante el reinado de Carlos I).
El interior de Santa María la Mayor sufrió una amplia renovación que afectó a todos sus altares entre los años 1575 y 1630.
El ábside externo, vuelto hacia la plaza del Esquilino, es obra de Carlo Rainaldi, que presentó al papa Clemente IX un proyecto menos caro que el de su contemporáneo Bernini.
De la época barroca son las fachadas, las cúpulas y las capillas. Benedicto XIV (1740-58) encargó en los años 1740 a Ferdinando Fuga edificar la actual fachada y modificar el interior. La fachada, con su logia, data de 1743, y no afectó a los mosaicos de la fachada. El ala de la canonica (sacristía) queda a su izquierda y un ala semejante está a la derecha (diseñada por Flaminio Ponzio) lo que da al frente de la basílica el aspecto de un palacio frente a la plaza de Santa María la Mayor.
Oración
Madre de las Nieves, que como Patrona protejas a tus hijos amantes de las actividades de montaña, y que desde la cima del Aconcagua hasta la extensión del llano, y que desde el norte de Los Andes hasta el sur de nuestra Patria, se oiga esta plegaria: Salve Santa Madre de Dios, protege a los montañeros y que las benéficas nieves enriquezcan nuestros campos.
Que tu protección nos guíe, y perdones nuestras culpas.
Amén
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