Os vamos a contar una pequeña historia que nos llena de orgullo y alegría, pero un orgullo del bueno, vamos, orgullo de pertenecer a una familia católica con antecedentes de contar con Pastores al servicio de Nuestro Dios y Señor. Y todo esto viene porque deseamos comentaros la historia del Niño Dios con el que os hemos felicitado la Navidad y el Nuevo Año. Este Niño Dios que ha estado bendiciendo a nuestra familia desde antes del año 1865.

Y es que resulta que, en el año del Señor que os indicamos, (1865) fue nombrado Obispo de Badajoz D. Fernando Ramirez Vazquez, propietario de este Niño Dios, que era tío carnal de mi madre, María Hinchado Ramirez, quien heredo la mencionada Imagen al fallecer su tío. Durante toda mi vida recuerdo haberlo visto en mi casa. Pasan los años y, al fallecer mi madre, deja como heredera de dicha Imagen a mi mujer Mª Dolores Pérez Díez, (Lola).

Como mi madre vivió con nosotros hasta fallecer, (1988) son ya algunos años los que lleva en nuestra casa el Niño Dios. En ocasiones se recibieron ofertas de compra, pues como veréis es una talla de valor, pero no las aceptamos, porque para nosotros siempre ha sido algo que no se podía vender, algo de nuestra familia que no se podía cambiar por el “vil metal”.

Y, siguen pasando los años…, llegando el momento en que nos paramos a pensar… ¿qué va a ser de nuestro Niño cuando partamos? Y comienza a ser, podemos decir, un problema, pues no tenemos descendientes directos y queríamos tener la tranquilidad de saber que la Imagen queda en buenas manos. Y, como siempre, el Espíritu Santo nos ilumina y nos hace preguntarnos… ¿qué mejores manos que las de Nuestra Señora? Y, en Su Nombre, ¿el Santuario de Fátima? Pensado y hecho. Nos ponemos en contacto con el responsable de obras de arte del Santuario, a quien le ofrecemos el Niño Dios, quien quedando encantado de la donación, se hace cargo de la Imagen que pasa a ser propiedad del Santuario de Fátima.

Quedando muy contentos y tranquilos por la decisión tomada, pero, no queda ahí el tema, pues ya sabemos cómo agradece la Mamá del Cielo cuando le hacemos alguna donación o demostración de nuestro cariño hacia Ella.

Y cual no será nuestra sorpresa y alegría, al ver que el día de Navidad, encontramos a nuestro Niño Dios expuesto para su adoración delante de Nuestra Señora, en la Capilla de las Apariciones en el Santuario.

La verdad, sentimos un escalofrío que nos recorrió todo el cuerpo, al pensar… ¡Qué contento tiene que estar el tío Fernando, al ver dónde está su Niño! ¡Qué contenta tiene que estar mi madre, al ver dónde está su Niño! Y ¡Qué contenta tiene que estar Nuestra Señora, al ver donde le hemos puesto a Su Hijo!

Damos gloria a Nuestro Señor por donarnos la sensibilidad necesaria para sentir con gran felicidad los regalos que Él nos concede.
Siempre con María y contentos por haceros partícipes de esta nuestra alegría,
Lola y Emilio.